lunes, 4 de julio de 2011

Trastorno bipolar Infantil

El Trastorno Bipolar es un trastorno neurobiológico caracterizado por las fluctuaciones entre estados depresivos y maníacos e hipomaníacos. Suele aparecer durante la adolescencia y la adultez aunque una pequeña proporción de niños (acerca del 0.3%) la desarrolla.

Durante la fase depresiva el niño está triste, irritable, incluso agresivo, muestra un enlentecimiento en los movimientos, está cansado, apático.


En cambio durante la fase maníaca el niño se siente muy feliz; se cree capaz de hacer cualquier cosa; le cuesta mantener la atención puesto que está pendiente de todo; sus pensamientos van muy rápido, al igual que sus palabras, se hace difícil seguir su ritmo, así es habitual decirle "habla más despacio que no te entiendo" o "respira, que vas acelerado". Casi no duerme por la noche, pero no se siente cansado sino al contrario, está lleno de energía y vitalidad.

Estos cambios de humor son muy frecuentes en los niños bipolares, siendo a menudo difícil diferenciar entre una fase y otra. En lugar de ello encontramos un niño irritable, con explosiones de ira, sin conciencia de peligro y con muchos problemas de atención. Suelen ser además niños ansiosos.

Todo esto repercute a la vez en problemas en los diferentes ambientes del niño. En la escuela: malas notas, peleas con los compañeros, falta de respeto hacia los profesores. En casa: peleas constantes con los hermanos y con los padres. En su relación social con los compañeros, por ejemplo, les cuesta tener y conservar los amigos ya que estos a menudo no entienden sus reacciones y actitudes extrañas y sus cambios de humor.

El trastorno bipolar infantil es muy difícil de detectar por los cuidadores y de diagnosticar por los profesionales puesto que se confunde con el TDAH y con los trastornos de conducta (desafiante y disocial). Pequeñas pistas que pueden favorecer reconocerlo es:

  • El gran interés por temas relacionados con el sexo.
  • Los cambios bruscos de humor sin razón alguna.

A nivel de intervención se hace necesario que el niño se medique puesto que el problema es de tipo biológico, aunque también se hace recomendable la intervención psicológica y psicopedagógica.

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